Celia Cruz entre luces y colores, para un homenaje especial

Celia Cruz entre luces y colores, para un homenaje especial

Celia Cruz entre luces y colores, para un homenaje especial

Internacional

Un homenaje especial a la gran cantante cubana se puede disfrutar en Florida por estos días



En el evento navideño “Nights of Lights” de Pinecrest Gardens, donde los árboles se adornan con luces de colores y se realizan actividades festivas para la familia, se ha reservado un espacio especial para homenajear a la cantante cubana Celia Cruz en el centenario de su nacimiento.



La exhibición estará abierta hasta el 2 de febrero de 2025 en Pinecrest Gardens. (11000 Red Rd, Pinecrest, FL 33156)



 



Historia Relacionada



El día que Celia Cruz salió de Cuba y jamás pudo regresar



La cantante cubana fue vetada por el régimen de Castro en 1960, y tiempo después se convertiría en símbolo de la tierra a la que nunca pudo regresar



 



Fue justo un 15 de julio de 1960 cuando la emblemática cantante cubana Celia Cruz viera a su madre por última vez en La Habana. Aunque ese día la artista le prometiera a su progenitora que regresaría a Cuba tras una gira en México, nunca más lo hizo. Tampoco volvió a abrazar a la mujer que la trajo al mundo. 



 



Unas presentaciones de la Sonora Matancera, agrupación con la que viajaría a suelo azteca, cambió la vida de la “Guarachera del Mundo”, pero ese viernes ella no lo sabía todavía. Tenía entonces 35 años.



 



Al cerrarse la puerta del avión, también se cerró la posibilidad de regresar a la tierra que la vio crecer y destacarse entre los demás artistas de la Isla. Celia, desde ese momento, no volvió a ser la misma, y así lo contó en su autobiografía, y en cuanta entrevista le hicieran.



 



Un día antes, el 14 de julio de 1960, Rogelio Martínez, director de la mencionada agrupación, la había llamado para confirmarle que en veinticuatro horas saldrían rumbo a México. Que alistase maletas y todo lo necesario para el viaje.



 



 



Celia había conseguido un contrato en La Terraza Cassino mientras que la Sonora Matancera uno en el Teatro Lírico. Los contratos eran importantes pues les aseguraban shows de varios meses en ese país, donde la popularidad de su música crecía cada día más.



 



La mejor opción era salir, pues aunque ya eran famosos, en Cuba la realidad era otra, y cada vez más compleja. Los artistas estaban bajo la estricta mirada de la dictadura de Fidel Castro y se veían obligados a cantar a favor del régimen. Algo que ni Celia ni sus compañeros estaban dispuestos a hacer, recogen los artículos del momento, y su página web.



 



Antes de julio, Cruz había enfrentado duras situaciones. Don Simón, su padre, estaba muy delicado de salud mientras su madre, a quien llamaba de cariño Ollita, había sido diagnosticada de cáncer, algo que afectaba tremendamente a la cantante por la estrecha relación de ambas, y que ella misma resumió en estas líneas:



 



“Ollita me sabía querer como soy. Me dio mis alas y aunque sabía que abandonaría su nido, nunca me pidió que me sacrificara por ella”, contaba la cantante.



 



En octubre de ese mismo año la situación política en la isla se radicalizó y el régimen encabezado por Castro, no permitía disidencias ni críticas. Algo que mantiene hasta hoy, con más crudeza y violencia. La artista lo viviría en carne propia.



 



Junto con la fama de Celia, también creció su postura radical contra la dictadura. Desde entonces impidieron su retorno a la isla, y la negativa para que la cantante volviera a tocar tierra cubana, fue un claro mensaje del control absoluto del régimen sobre cualquier forma de oposición a lo que pasaba en el país.



 



A lo largo de su exilio forzado, la Reina de la Salsa se convirtió en un símbolo de la resistencia y la lucha por una Cuba libre.



 



Entre las grandes anécdotas que recuerdan la añoranza por su isla, está una visita a la Base Naval estadounidense en Guantánamo. En un acto cargado de simbolismo, Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz, su nombre real, se agachó y recogió un puñado de tierra cubana en sus manos, llevándose un pedazo de su patria, de acuerdo a las narraciones de la época.



 



A lo largo de su vida, la intérprete de éxitos como Bemba colorá y La negra tiene tumbao expresó en reiteradas ocasiones su dolor por no poder regresar a Cuba, ni siquiera para enterrar a su madre. El régimen no solo la exilió físicamente, sino que intentó borrar su legado cultural dentro del país, prohibiendo escuchar su música, y negando hasta su existencia, o su peculiar grito de ¡Azuuucarrr! .



 



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